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3 lugares imprescindibles que ver en El Barco de Ávila


De camino a mi destino en el Jerte para ver los cerezos en flor, hice una breve parada en el municipio de El Barco de Ávila, que aproveché para ver tres de sus famosos monumentos:

1. El Castillo de Valdecorneja: construido en un cerro al lado del río Tormes sobre los restos de un castro vetón, que más tarde daría lugar a diversos castillos medievales, el que se ve hoy en día corresponde a una restauración del siglo XV.

De estilo gótico y de planta cuadrada, tiene una torre de planta circular en sus esquinas y una torre del homenaje con planta cuadrada, junto a la entrada.

Originalmente fue una fortaleza militar, más tarde lo ocuparon los señores de Valdecorneja, y los condes y duques de Alba de Tormes, quienes lo restauraron convirtiéndolo en castillo señorial y transformando el patio de armas interior en un patio de honor.

A lo largo de los años han ido desapareciendo algunas de sus dependencias, como el palomar, las caballerizas, el foso y el contrafoso. Ha sufrido diversos intentos de incendio y bombardeos y, a mediados del siglo XIX, se utilizó como cementerio municipal.

Hoy queda muy poco de su esplendor pasado, aunque ha sido restaurado en varias ocasiones. Actualmente pertenece a la Casa de Alba y normalmente  está cerrado, salvo en ciertos actos culturales que se organizan en el pueblo (sobre todo en verano). De todos modos, hay veces que lo abren y se puede ver el interior. Pero no hay ningún cartel en la puerta que indique nada, ni siquiera un panel con información sobre el castillo. Si tienes mucho interés en ver su interior, acércate a la Oficina de Turismo y pregunta.

Puedes dejar el coche abajo, junto a la parada de autobús, y caminar por el paseo bordeando el castillo. Desde arriba las vistas son magníficas.

2. El Puente Viejo: desde el cerro del castillo se ve este puente de origen romano, restaurado en la Edad Media. Se sabe que en el centro tenía una torre para controlar el paso y cobrar para usarlo, lo que se llamaba el impuesto del pontazgo. La torre quedó destruida por los franceses durante la Guerra de Independencia. La torre cayó al río, y allí sigue hundida. A pocos metros del Puente Viejo aparece el puente nuevo, por donde pasa la carretera.


3. Las antiguas murallas: fueron ideadas por Ramón de Borgoña (marido de la primera señora de Valdecorneja), el mismo que creó las de Segovia, Salamanca y Ávila. Originariamente tenían cuatro puertas románicas de acceso: la del Campillo o de la Horcajada, la de Piedrahíta o del Ahorcado, la del Puente y la de la Villa. Hoy sólo queda en pie la del Ahorcado, llamada así porque delante de ella se ahorcó al alcaide de la localidad en el siglo XVI.


El Barco está lleno de casas señoriales y palacios nobles. En su casco antiguo destacan la Casa del Reloj (s.XVIII) en la Plaza Mayor, que es donde está la Oficina de Turismo; el edificio de la antigua cárcel (actual biblioteca municipal), la Casa de los Balcones (s.XV – perteneció a la Inquisición), la Casa de la Recaudación (s.XIV), la Casa de Los Gasca (s.XV) y la Calle de La Galletera, que antiguamente estaba llena de gallos.

Mi visita fue muy breve, me hubiera gustado disfrutar más del pueblo, pasear más por sus calles y tomar sus famosos judiones, pero el Jerte me esperaba. 

Visitando el Castillo de Arévalo, gran ejemplo mudéjar


Lo más destacable de esta pequeña localidad es su castillo medieval, situado a las afueras, entre los ríos Arevalillo y Adaja. Otro ejemplo de construcción mudéjar castellano.

Su origen se remonta al siglo XIV, cuando Don Álvaro de Zúñiga, duque de Béjar, mandó reconstruir una antigua torre fortaleza del siglo XII, en lo que hoy es la Torre del Homenaje. 

En el siglo XV pasó de manos de Álvaro de Luna a los Reyes Católicos y en el XVI fue convertido en cárcel. Uno de sus presos más famosos fue Guillermo de Orange, el príncipe de Nassau.

La leyenda cuenta que entre sus paredes también estuvo recluida la madre de Isabel la Católica, Doña Isabel de Portugal. De hecho, recientemente, el castillo se ha vuelto muy famoso por aparecer en varias ocasiones en la primera temporada de la serie Isabel.



En el siglo XIX, en un estado ruinoso, se aprovechó como cementerio. Hasta que, en 1952, el Ayuntamiento lo cedió al Ministerio de Agricultura al no poder hacerse cargo de él por problemas económicos. Durante esa época sirvió como silo de cereal para el Servicio Nacional del Trigo (SNT).

Cuando ya no fue necesario su uso como silo el castillo cayó en una ruina mayor, pues se utilizó como cantera de piedra para poblaciones vecinas.

Gracias a su declaración como Conjunto Histórico y Bien de Interés Cultural en 1970, hoy puedes disfrutar de su visita. Aunque, desgraciadamente, se nota mucho su restauración.


La visita al Castillo de Arévalo

La visita comienza dejando el coche en el aparcamiento que hay habilitado al lado del castillo. Allí, podrás ver una excavación arqueológica en la que se encontraron enterrados los restos de un antiguo baluarte, que servía de defensa para la puerta principal, único acceso a la fortaleza.

Ya dentro, contemplarás el patio de armas, con diversos paneles explicativos sobre la restauración del castillo. Allí hay un pequeño video con su historia.

A continuación, se visita la Torre del Homenaje:

●  En el primer piso está la reconstrucción de una estancia al más puro estilo renacentista.
●  En el segundo, recorrerás un museo del cereal haciendo referencia a la utilización del castillo como antiguo silo. Hoy alberga 250 variedades de trigo y 150 de otros cereales, así como ejemplos de la maquinaria que se utilizaba en su recogida.
●  Finalmente, subirás al mirador de la torre. Desde allí hay unas bonitas vistas de la comarca de la Moraña.

Para acabar este recorrido mudéjar te recomiendo dar una vuelta por Arévalo (no hay que olvidar que en esta villa pasó sus primeros años Isabel la Católica) y sus alrededores, donde podrás disfrutar de otros monumentos, como la iglesia románico mudéjar de la Lugareja (a 3km). Los horarios y los precios de los distintos puntos de interés turístico los puedes consultar aquí:
http://www.ayuntamientoarevalo.es/esp/e01oficina_turismo_que.htm


Horarios del Castillo de Arévalo: 
●  Sábados, domingos y festivos: de 10’00 a 18’00.

Precio de la entrada:
●  Individual: 3€.


   CASTILLO DE ARÉVALO   
Plaza de Arrabal 1
Municipio: Arévalo (La Moraña)
Teléfono: 920 301 380

Opinión del hotel La Posada del Agua


Buscando por internet, encontré un sitio barato donde prima el descanso y el relax. Este hotelito está situado en plena orilla del Embalse del Burguillo. Es bastante pequeñito, pero muy acogedor.


Lo mejor, sin duda, son las vistas desde la ventana de la habitación. Aunque cuesten un poquito más caras, es mucho mejor contratar una habitación con vistas, porque si no, se pierde el encanto.



Mi habitación era pequeñita. Muy bien decorada. Tenía una televisión con pantalla plana y el WC y la ducha estaban en una habitación separada del lavabo y el espejo. Al otro lado de la cama había un escritorio y un gran ventanal con vistas al embalse.

El salón del hotel también es muy acogedor y, a través de unas escaleras, se llega a la terraza chill out. Un poco desaprovechada, porque sólo está abierta para los clientes del hotel. No dejan entrar a nadie de fuera para que no molesten a los alojados, pero esto también limita el negocio del dueño, porque al tener tan pocas habitaciones, casi no se le da uso. De hecho, durante las dos noches que estuve allí vi muy poco ambiente.


Debajo del mirador de la terraza, donde te puedes relajar leyendo un libro o simplemente mirando el paisaje, hay unas escaleritas que llevan a la playa del hotel. Una zona de arena fina, entre grandes rocas, que te permiten bañarte en el pantano sin tener que desplazarte del hotel. Te dan toallas y tumbonas gratis para que puedas disfrutar del baño mejor.



Lo peor de todo es el tema de la puerta principal. Al ser un sitio tan exclusivo para clientes, hay un gran portalón en la entrada al que tienes que llamar a través de un portero para que te abran. La puerta, tras unos minutos, se cierra de manera automática, y esto es un coñazo a la hora de meter las maletas, pues tienes que estar todo el rato llamando. Y no siempre están allí. Yo tuve que esperar 50 minutos para hacer el check out, porque no había nadie en recepción. Nadie se enteraba del timbre. Perdí un montón de tiempo que, desgraciadamente, tuve que quitar de ver más cosas por la zona. Todo esto se arreglaría simplemente proporcionando a los clientes unas llaves o un mando, previa fianza, que luego devolverían al hacer el check out.

No obstante, para un finde romántico o de relax es una buena opción. www.posadadelagua.com

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➤ Un fin de semana por Ávila rural 



Fin de semana por Ávila rural: El Barraco


Cansada del trajín de las vacaciones, dediqué un fin de semana de septiembre a buscar tranquilidad por el entorno rural de Ávila más próximo a Madrid. Durante mi estancia, me alojé en el hotel La Posada del Agua, que cuenta con una playa propia. 

Día 1 - Visitando El Barraco

Este pequeño pueblecito de poco más de 2000 habitantes se hizo famoso por el ciclismo. De la localidad han salido varios ciclistas famosos, como Ángel Arroyo, El Chava o Carlos Sastre. Dándote una vuelta por sus calles encontrarás varios lugares interesantes:

La iglesia parroquial: Nuestra Señora de la Asunción, que data de principios del siglo XVI y está construida en granito.


El Ayuntamiento: un bonito edificio del siglo XVI que, en su parte superior, tiene una inscripción del reinado de Carlos III. Tras varias restauraciones, la que puedes ver hoy fue realizada en 1987. Delante, hay una fuente de piedra y un toro, parecido a los de Guisando.


Museo de la Naturaleza del Valle del Alberche: cuesta 2’50€ y está situado a la salida del pueblo, junto a la ruta micológica.


Plaza del Ayuntamiento: Esta plazoleta está llena de bares y ambiente. El pueblo realiza su propio vino, así que… ¡no dudes en probarlo! Tampoco dejes de probar los dulces de la confitería de la plaza. Los barecillos de la plaza ponen tapa con la consumición y el vaso de tinto cuesta 1 euro. Las raciones, generosas, son también bastante baratas. 

El Barraco también tiene dos ermitas, de la Piedad y de la Soledad, y varios yacimientos arqueológicos en los alrededores. 

Día 2 - Visitando Burgohondo, Navaluenga, Mombeltrán y Guisando

Como no tengo remedio, al final mi fin de semana de relajación se convirtió en una oportunidad más para hacer turismo. Cerca de mi  había varias opciones:

La Abadía de Burgohondo: justo en medio el pueblo puedes disfrutar de esta abadía  que lleva en pie, al menos, desde 1179. El poblado fue villa independiente en el siglo XVI, cuando el Concejo del Burgo tenía poder sobre la comarca. Con el tiempo, la abadía llegó a la extrema relajación e indisciplina y el rey procedió a suprimirla en 1819. En el complejo destacan la iglesia y el monasterio, con su torre y su claustro, lleno de elementos románicos y mudéjares.


Las Piscinas naturales de Navaluenga: este pueblo es famoso en toda la zona por sus piscinas. No hay pérdida pues, desde el momento en el que entre al pueblo, hay señalizaciones por todos lados. Las piscinas consisten en la habilitación que han hecho del río Alberche cuando éste cruza de oeste a este el municipio. Te aconsejo ir bien tempranito porque desde primera hora de la mañana ya están cogidos los mejores sitios. Las piscinas tienen césped y duchas y en los meses de verano llenan de vida el pueblo. Eso parece una feria. Hay hasta animadores y monitores. El ambiente es muy bueno. Cruzando el puente románico, en La Chopera, hay zonas habilitadas para comer en la orilla del río y para ir con las mascotas.



El castillo de Mombeltrán: el castillo de los duques de Alburquerque se encuentra situado en Mombeltrán, justo encima del parque municipal. Se construyó en el siglo XV y se le atribuye a Juan Guas. El interior está muy deteriorado, aun así es bonito y tiene una excepcional portada renacentista del siglo XVIII con sus garitas, que se alza frente al puente. Su enclave privilegiado, en lo alto de un cerro, le hace dominar todo el valle del Barranco de las Cinco Villas. Su actual propietario es Juan Miguel Osorio y Bertrán de Lis, el actual XIX Duque de Alburquerque y tres veces Grande de España, aunque se puede visitar en un horario muy limitado.

Debajo del castillo, hay un parque muy bonito, con terracitas muy baratas. Son típicos los refresquitos, granizados de un montón de sabores a 2€ en terraza.



Los Toros de Guisando: aunque pertenezcan al pueblo de El Tiemblo, los toros se encuentran a unos 9 km de éste, junto a la Cañada Real. Son una de las mejores manifestaciones artísticas de la España pre-romana. Datan de los siglos II y I a.C. Su origen es vetón.

Hay una zona de aparcamiento y, tras atravesar una puerta, verás los cuatro toros sin vigilancia ninguna. Es una visita muy rápida. Se trata de cuatro esculturas realizadas en granito, que parecen toros y que tienen oquedades donde, supuestamente, tenían los cuernos. Las figuras están en línea, todas mirando hacia el oeste, hacia la loma del cerro de Guisando. Algunos dicen que tenían una función religiosa (para favorecer la fertilidad y protección del ganado), otros dicen que se usaban como hitos para marcar las zonas de pasto.


En época romana, se unieron todos en este sitio para formar un monumento conmemorativo, como parece indicar la inscripción en uno de ellos: “Longino lo hizo a su padre Prisco, de la tribu de los Calaetios”.

En 1468 volvió a ser noticia. El rey Enrique IV y su hermana Isabel la Católica se reunieron aquí para proclamarla heredera del Reino de Castilla. Por ello el lugar también se conoce por Venta Juradera, de la que se conserva sólo un muro. 



Día 3 – De embalse en embalse

Valle de Iruelas: para comenzar el día, hice una excursión rodeando el Embalse del Burguillo para disfrutar un poquito del campo. Toda esta zona se encuentra ubicada en el Valle de Iruelas, al extremo oriental de la Sierra de Gredos y con una superficie de 8.829 ha. Una Reserva Natural que pertenece a los términos municipales de El Barraco, El Tiemblo, Navaluenga y San Juan de la Nava. Sus laderas aparecen cubiertas por bosques formados principalmente por pinos, algunos milenarios, y con la colonia más numerosa de buitres negros de toda Europa.

En el poblado de Las Cruceras, que pertenece a El Barraco, junto a la Casa del Parque Valle de Iruelas, está esta ermita dedicada a la Virgen del Carmen, que es la patrona de esta pedanía. No se puede visitar por dentro, pues sólo abre durante la misa del día del Carmen. Esta festividad se viene realizando desde 1936, cuando se empezó a explotar la resina y la madera del monte.


Delante de la ermita hay una amplia zona de aparcamiento y varios bares y alojamientos rurales. Por detrás, sale un camino que lleva a una playa para disfrutar del embalse del Burguillo.


Si continúas por esta carretera, hay otra zona donde puedes aparcar justo cuando ésta se bifurca y aparece el camino para ir al camping. Siguiendo el camino andando tienes uno de los elementos naturales más llamativos del Valle: la Garganta de los tres arroyos que descienden desde las cumbres, el castañarejo, el de Candeleda y el de Helechadores; conformando el río Iruelas que desemboca en el embalse.


Además, puedes aprovechar en temporada para hincharte a coger moras. Todo el camino está lleno a ambos lados. 

San Martín de Valdeiglesias: para terminar el día, me cambié de embalse y volvía a la playa de San Martín de Valdeiglesias. La conocida como Playa de Madrid se encuentra en el Embalse de Juan, el único de Madrid donde está autorizado el baño. Por su cercanía con la capital, 67 km, en verano se llena desde bien temprano. 👉 Más información.


Su costa es de 53 km y en sus aguas está permitida la navegación a motor, por lo que las vistas son de una auténtica playa rodeada de bosque. Es precioso.

La arena de playa facilita el baño. Está muy vigilado, con un servicio de atención sanitaria y hay varios chiringuitos con precios razonables. Eso sí, pese a haber aparcamiento, es fácil quedarse fuera y tener que sudar para poder encontrar un sitio para aparcar. 

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➤ Opinión del hotel La Posada del Agua







Ávila - Visitando El Museo Oriental del Monasterio de Santo Tomás


Este monasterio es uno de los monumentos que pasa más desapercibido para los turistas por estar alejado de la muralla, pero su interior impresiona nada más entrar.

La parte más antigua del monasterio se debe a Hernán Núñez Arnalte, que fue tesorero y secretario de los Reyes Católicos. Él lo planificó, pero se murió antes de empezarlo dejando a Torquemada y a Doña María Dávila este proyecto de cuya época queda el actual Claustro del Noviciado.

Tras disfrutar de la fachada de la iglesia, donde hay unas magníficas estatuas de Gil de Siloé y Diego de la Cruz, la visita comienza a la derecha. En la recepción dan con la entrada una audioguía bastante interesante y nada pesada.

A continuación, se pasa al Claustro del Noviciado, el más antiguo de los tres que tiene el monasterio. De estilo toscano y algo sobrio, destaca su pozo, ubicado en un lateral del patio. Se dice que el arquitecto original fue Juan Guas, aunque no hay certeza de ello.



Seguidamente, se accede al Claustro del Silencio, lugar de lectura y meditación de los Dominicos. También se le llamó Claustro de los Difuntos, porque éste era el enterramiento conventual. En la planta superior, las decoraciones representan yugos y flechas (símbolos de los Reyes Católicos), el escudo de los dominicos y la flor de lis.  En uno de sus laterales se encuentra el Lavabo de las Abluciones, donde los monjes se lavaban las manos antes de entrar en el Refectorio. 




A través del claustro se entra a la Sala De Profundis, llamada también la Sala del Tribunal de la Inquisición. En ella se conserva un buen artesonado y una cubierta mudéjar.

El último claustro es el de los Reyes. Se supone que fue destinado como Palacio Real de Verano junto con las dependencias donde hoy está el Museo Oriental. Es el más grande de los tres y muy sobrio. También se le llamó Claustro de la Universidad ya que en 1504, Fray Vicente Bandello, Maestro General de los Dominicos, fundó un Estudio de Teología, Filosofía y Lógica que alcanzó el rango de universitario con el papa Gregorio XIII. La universidad desapareció en 1807.


Volviendo al Claustro del Silencio, por el ala oriental  se entra a la Iglesia gótica. De estilo flamígero, presenta ocho capillas y una planta de cruz latina. El altar mayor está en alto para albergar debajo la capilla funeraria del príncipe don Juan, el único hijo varón de los Reyes Católicos. Esculpido en Génova, presenta la figura del príncipe reposando vestido de guerrero. El sepulcro está adornado con virtudes, alegorías y santos. Pero lo más sorprendente es que está vacío. Los restos del príncipe desaparecieron en algún saqueo de guerra.


Además de este sepulcro, la iglesia también recoge los restos de don Juan Dávila y su mujer, doña Juana Velázquez de la Torre, del escultor Pedro de Salamanca, del comitente don Hernán Núñez Aralte y del escultor Vasco de la Zarza.

Destacan también la Capilla del Cristo de las Angustias que guarda el confesionario donde Santa Teresa tuvo una visión en el año 1561.

El retablo mayor es obra de Berruguete, cuenta con 19 pinturas juntadas en esta obra gótica de 21 metros de alto. En ellas se ven cuatro escenas de la vida de santo Tomás de Aquino y los santos Esteban, Agustín, Juan Evangelista, Mateo, Jerónimo y Sebastián en la predela.

Al fondo, tras haber pasado el sarcófago del príncipe, se suben unas escaleras para llegar al coro. Desde aquí se aprecian unas vistas impresionantes de la iglesia. En el coro alto destacan las sillas reales con los blasones de los Reyes Católicos. Se cree que su autor fue el escultor Martín Sánchez de Valladolid, el mismo que realizó el coro de la cartuja de Miraflores de Burgos.


El Museo de Arte Oriental de Ávila 

Volviendo al Claustro de los Reyes disfrutarás de esta joyita que se abrió en 1964 en las antiguas dependencias del Palacio Real. Su importancia es innegable pues en la actualidad sólo existen dos museos de arte oriental en España, éste y el de los Padres Agustinos de Valladolid. La colección se divide en 10 salas:

1. El arte chino: en esta sala se encuentra la pieza más antigua del museo, una campana de bronce del siglo V a.C. También puedes ver tres Budas y un plato con el símbolo del ave fénix y del dragón (emperatriz y emperador).

2. La laca china: en ella predominan piezas de arte realizadas en laca, la savia de un árbol, y piezas que representan el Cristianismo en Oriente, ya que en el siglo XVI los misioneros promovieron la producción de porcelana china para representar pasajes de la Biblia.

3. La porcelana china: celadores de la dinastía Song (960 – 1279), piezas de la dinastía Ming (1368 – 1644) y de la Qing (1644 – 1911). Sobresalen las figuras taoístas. Al fondo de la sala también hay un espacio reservado a la caligrafía y a las herramientas que utilizaban para realizarla.

4. Los bordados chinos: la pieza más reseñable es una montaña taoísta con madera lacada y dorada del siglo XVIII procedente de Hong Kong.  

5. El marfil chino: sala de obras realizadas con este material donde destaca un objeto con 16 esferas concéntricas realizado en la ciudad de Cantón. La exposición termina con la foto del Padre Isaac Liquete, misionero en Vietnam y promotor de este museo.

6. Etnología china: esta pequeña sala se encuentra ya en la zona superior. En ella hay diversos inventos chinos (norias, arados, juegos de té) y maquetas de casas chinas y rituales matrimoniales y funerarios.

7. El salón del trono: el antiguo salón del trono del Palacio de Verano cuenta con un techo mudéjar de la época de Carlos V perfectamente conservado, retratos de los Reyes Católicos y de Isabel II y el Obispo Blanco, quiénes recuperaron el monasterio tras la desamortización de Mendizábal y lo convirtieron en un centro de formación para los misioneros que se iban a Filipinas. El resto de la sala presenta muebles chinos, biombos y muebles vietnamitas.

8. El arte de Vietnam: los primeros dominicos llegaron al país en el 1676. La sala cuenta con diversos muebles y obras vietnamitas destacando un altar de los antepasados.

9. El arte de Japón: en ella hay tres crucifijos que sufrieron la bomba de Nagasaki en 1945, estatuas de dioses japoneses, budistas, muebles, kimonos, katanas, incensarios…

10. El arte de Filipinas: los dominicos llegaron a Filipinas en 1579 y crearon varias escuelas y la Universidad de Santo Tomás de Manila. En la sala podemos ver obras religiosas en marfil, en madera y en nácar.
En el otro ala del claustro se encuentra un Museo de ciencias naturales dedicado a la taxidermia. Tiene un montón de piezas de animales de un montón de países. A mí me resultó muy tétrico y mal conservado. 


🕑  Horario del Museo Oriental de Ávila

●  De lunes a viernes: de 10'30 a 14'00 y de 15'30 a 19'30

●  Fines de semana y festivos: de 10'30 a 19'30

●  Del 1 de julio al 31 de agosto: de 10'30 a 21'00




8 sitios imprescindibles que ver en Ávila en un día



Dónde aparcar gratis en Ávila

🚘 El coche lo puedes dejar muy cerquita, siempre fuera de las murallas, para que sea fácil y gratis. El Centro de Recepción de Visitantes que mejor pilla para aparcar está en la Avenida de Madrid, 39 y abre de 9’00 a 20’00 en verano y de 9’00 a 17’30 en invierno.

Qué es la tarjeta Visitávila 48H

Aunque vayas a estar sólo un día, esta tarjeta merece la pena, pues con sólo visitar unos cuantos monumentos ya la habrás amortizado. El pase lo debes pedir expresamente en el centro de recepción, pues a mí no me lo ofrecieron y mucha gente que me encontré en los museos se estaba quejando por ello.

Esta tarjeta sirve para dos días y con ella puedes visitar:
  • La Muralla: 5€
  • La Catedral: 2€
  • La Basílica de San Vicente: 2€
  • El Real Monasterio de Santo Tomás: 4€
  • El Museo de Santa Teresa: 2€
  • El Palacio de Superunda: 3’5€
  • El Monasterio de la Encarnación: 2€
  • El Convento de San José: 1’40€
  • El Museo de Ávila: 1’20€
  • Ávila Mística: 2’50€
  • Hornos postmedievales: 1’50€
Ver todo esto sin el pase sale por 27’50€ mientras que el pase sólo costará 15€. Sale bastante rentable. 


Qué ver en Ávila en un día

1. La Basílica de San Vicente

Saliendo de la oficina de turismo, lo primero que te encontrarás antes de llegar a la zona amurallada es esta basílica del siglo XI. Fue construida por el arquitecto francés Fruchel, de quien se dice que introdujo el gótico en España. Es una joya del románico, aunque al tardar dos siglos en construirla también bebió del gótico.


La basílica se levantó donde la leyenda decía que San Vicente y sus hermanos murieron al negarse a reconocer unas acusaciones sobre su participación en ritos de dioses romanos (en el 306).

El edificio cuenta con una planta de cruz latina, dos torres inacabadas y una cripta con tres capillas. En la nave central está la imagen románica de la Virgen de la Soterraña, patrona de Ávila.  


Lo que más llama la atención, además de sus techos, es el cenotafio, en el centro de la basílica. Aunque no contiene los restos de los santos, merece la pena verlo por sus perfectos relieves policromados.


2. Subida a la Muralla de Ávila

En frente de la Basílica, sigue las indicaciones de la calle y llegarás al punto de acceso para subir a la muralla. En la calle hay un montón de restaurante y, al lado, verás otra oficina de turismo donde te darán un mapa gratis.


Subiendo las primeras escaleras hay una maqueta de la muralla. Construida por los romanos en el siglo II a.C., aunque algunos dicen que ya existió antes, su importancia llegó en la Edad Media, cuando ya la ves como está hoy. Alfonso VI de Castilla y Raimundo de Borgoña, marido de doña Urraca, impulsaron su construcción.

Con la visita turística puedes acceder por la Casa de las Carnicerías, la Puerta del Alcázar y el Arco del Carmen, y se pueden recorrer 1700m.

Está considerado el recinto amurallado urbano mejor conservado del mundo.

3. La Catedral de Ávila

A escasos metros del acceso a la muralla de la Casa de las Carnicerías tienes la Catedral, en frente de Correos


Justo ahí está la Catedral del Salvador, la primera catedral gótica de España. En ella se pueden distinguir reminiscencias de la Basílica de Saint-Denis, la que dio origen a este movimiento. Se cree que el maestro Fruchel empezó a construirla en el siglo XII y que, además de catedral, sirvió como fortaleza, pues su ábside constituye uno de los cubos de la muralla.


En su fachada se encuentra el reloj mecánico que Juan Guas diseñó en 1475 y el altar mayor, obra de Pedro Berruguete y terminado por Juan de Borgoña. Además, también podrás admirar la obra cumbre de Vasco de la Zarza: el sepulcro de El Tostado (teólogo y obispo del siglo XV) y el trascoro de Juan Rodríguez y Lucas Giraldo, donde aparecen los Reyes Magos destacando Baltasar.  El claustro y la sacristía son también góticos, allí se guarda la custodia de Juan de Arfe.



En la catedral están los sepulcros de Claudio Sánchez-Albornoz, último presidente de la II República, y de Adolfo Suárez y su mujer.

Para entrar hay soportar una larga cola, muy estrecha y muy incómoda, pues se entra y se sale por el mismo sitio, con lo cual los empujones no paran. Si tienes el pase de VisitAvila, basta con acercase al guarda saltándose toda la cola y entrarás sin problema. 

Saliendo de la Catedral baja por la calle Reyes Católicos para ver el Ayuntamiento. Se ubica en la Plaza Mayor, porticada y con buen ambiente, toda llena de restaurantes, cafeterías y locales donde comprar yemas. 


4. La Capilla de Mosén Rubí

Desde la Plaza Mayor busca la calle Bracamonte hasta la Capilla de Mosén Rubí y el Convento de las Dominicas, obras donde se mezclan el gótico y el renacimiento. Es un sitio pequeño, con un jardín en su exterior, pero es bonito verlo. Algunos lo visitan porque está lleno de misterio debido a su leyenda masónica. Si quieres saber más sobre esta leyenda, te recomiendo esta página donde se detalla todo muy bien. 👉  Más información. 



Si continúas pegado a la muralla, pronto verás las Bóvedas del Carmen y los restos del antiguo monasterio. Siguiendo por la calle Marqués de Santo Domingo, aparecerán los Hornos Postmedievales.

5. Los Hornos Postmedievales

La visita en sí es bastante parca. Se ve en diez minutos o menos. Fruto de las excavaciones realizadas en 1995, se hizo este museo donde muestran los restos de un alfar cerámico del siglo XVI. Se construyeron cerca del río Adaja para aprovechar su agua. Parece ser que estuvo en funcionamiento hasta el siglo XVIII y acabó convirtiéndose en una huerta.


Hoy se exponen los hornos donde cocían el barro, restos de los molinos que usaban para molerlo y los pilares para pisarlo y amasarlo. En la planta de arriba hay un pasillo donde se disponen en vitrinas reproducciones de la historia de la  cerámica de Ávila, desde lo tradicional hasta el torno. 


Muy cerca tienes la Ermita de San Esteban, una hermosa iglesia románica (aunque con tanta reforma hoy sólo queda románico el muro septentrional y la cabecera). Por fuera apenas tiene decoración. Cuando fui estaba cerrada, pues sólo se puede entrar antes y después del culto. Las misas sólo se dan los domingos y festivos a las 10’30.


6. El Palacio de los Polentinos

Subiendo te toparás con el Palacio de los Polentinos, que perteneció a esta familia hasta finales del siglo XIX. En 1875 se convirtió en Academia de Intendencia y en 1993 en Archivo Histórico Militar.


El palacio fue construido en el siglo XVI por Juan de Contreras y presenta motivos platerescos en su fachada. Dentro hay un patio central alrededor del cual se distribuyen varias galerías donde está El Museo de la Intendencia. Allí puedes recorrer 6 salas que muestran la evolución del Cuerpo de Intendencia. Hay uniformes (desde sus orígenes hasta la actualidad), carros (hornos, cocina y aguada), material de laboratorio, retratos de personajes ilustres ligados al cuerpo, banderas y estandartes, objetos cotidianos y, lo que más me impresionó: una muestra del equipo y la alimentación que llevan los soldados.

Para acabar la visita, hay una sala con información relacionada con el trabajo que hoy se lleva a cabo en el palacio, como sede del Archivo Histórico Militar.

A la derecha, atravesando la Travesía de santo Domingo y la calle Intendente Aizpuru, llegarás a la Plaza de Santa Teresa para ver la Casa Natal de Santa Teresa y el convento. En frente está el centro de interpretación de la Mística.

7. El Convento de Santa Teresa

En la Plaza de la Santa tienes varias cosas importantes que ver. Lo primero es la plaza en sí misma, que cuenta con un maravilloso arco de la muralla y con el Palacio de Justicia en uno de sus laterales.


En el otro extremo puedes visitar la Sala de Reliquias de Santa Teresa. Es un poco escabroso. Lo más llamativo es un dedo de Santa Teresa y dos huesos de san Juan de la Cruz. Da un poco de yuyu. En la misma sala hay una tienda de recuerdos que no es nada cara.



Al salir, a la derecha, está el Convento de Santa Teresa. Edificado sobre la casa natal de Santa Teresa de Jesús en 1636, su fachada es barroca y tiene forma de retablo. En ella aparecen la imagen de la Santa, los escudos de Cepeda y Ahumada (su familia), la Orden de los Carmelitas descalzos, el del Conde Duque de Olivares, el de Intendencia y el de Doctora de la Iglesia.


Lo curioso es que el Altar Mayor no sigue la orientación litúrgica y está mirando al noroeste para hacerlo coincidir con los aposentos donde nació la Santa. Dentro puedes ver la capilla de Santa Teresa, construida sobre la habitación de sus padres, y una huerta donde la Santa jugaba de pequeña y construía ermitas con la tierra, pues su sueño era ser monja y servir para que los moros le cortaran la cabeza y así poder morir siendo mártir. 😳




Al lado del convento se encuentra el Museo de Santa Teresa, situado en una cripta de más de 1500 metros cuadrados. Al entrar te encontrarás con con galerías bajo arcos de ladrillo rojo divididas en tres secciones: vida de la Santa, canonización y pervivencia de su obra.

Son curiosos los aspectos mostrados que están relacionados con su vida, ya que hay hasta un trozo del huerto familiar y, también, la recreación de la celda que habitó en el Monasterio de la Encarnación. Lo demás está lleno de libros, estatuas, retratos, traducciones de sus obras. La verdad es que si no estás muy interesado en la vida de la Santa se puede hacer un poco tedioso. Además, no dejan hacer ninguna foto.


8. El Palacio de Superunda - Palacio Caprotti

Continuando hasta la plaza Corral de Campanas tienes el Monumento a San Juan de la Cruz y la Mansión de los Superunda.


Este palacio se construyó en 1580 por el regidor Ochoa Aguirre y a principios del siglo XX lo adquirió el pintor italiano Guido Caprotti. De estilo renacentista, la mansión se articula en torno a un patio. En sus habitaciones hay grandes tapices del siglo XVI y XVII, más de 250 cuadros del propio artista (incluida su obra maestra: El sereno), su estudio, sus muebles, instrumentos musicales de la familia, restos de la antigua cocina…





Mi visita acabó volviendo para coger el coche y entrando en el Monasterio de Santo Tomás antes de que cerrara. Está lejillos del centro, pero hay muchas zonas para aparcar por allí.