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Un verano chino, de Javier Reverte - Encuentro con un viajero (no turista)



Mi breve encuentro con un viajero (no turista)

Este año tuve la oportunidad de conocer en la Feria del Libro a uno los escritores cuyas obras no pueden faltar en la estantería de un amante de los viajes: Javier Reverte.

Llevo leyendo sus libros desde bien pequeña y siempre que escucho su nombre, lo relaciono con África pero, en esta ocasión, lo que me empujó a la Feria era poder conocerle y comprarle su último libro, que va de otro continente: Un verano chino.


Viajero incansable, se ha dedicado toda la vida a viajar, ser corresponsal de prensa y escribir sobre sus vivencias. Con casi setenta años, decidió volver a China (país al que ya ha ido en varias ocasiones) para recorrer el río Yangtzé en compañía de su amigo Pere y de su intérprete Xiao.

La narración es magnífica, como siempre. Sus experiencias en los trenes, sus sueños con los paisajes idealizados que tenemos de China y sus decepciones cuando se encuentra con la realidad masificada y contaminada, sus anécdotas, ironías y los chistes de Xiao… todo ello mezclado con notas históricas que hacen que se aprenda mucho de la historia del país (sobre todo, de la época de Mao).


Si sus libros son cercanos, al conocerle me di cuenta de que él en persona también lo es. Y, aunque tan sólo cruzamos unas cuantas palabras, quedé maravillada con el encuentro. Ahora, con el libro acabado y releído, lo recomiendo de corazón. Es cierto que no comparte mi pasión por este país, eso lo podemos ver desde las primeras páginas, pero servirá para comprender sus rarezas un poquito más.

Viajero de los de antes, que odia los resorts y escapa de los aparatos electrónicos, (sin wifi no hay paraíso, piensa más de uno que yo conozco 😔), y que ama los trenes porque son el medio más bonito para mezclarse entre la gente, relacionarse y aprender. Porque, al fin y al cabo, viajar es la manera más bonita que tenemos de seguir siempre aprendiendo.   

Itinerario



Haciendo la Ruta de los Pueblos Negros de Guadalajara en coche


Existen tres enclaves únicos donde poder disfrutar de este tipo de paisaje arquitectónico: en Guadalajara, en Segovia (junto con los pueblos rojos) y en Madrid (siendo el pueblo de Patones el más famoso). Hoy me voy a centrar en la ruta más famosa: la de la provincia de Guadalajara.

La arquitectura negra

En Guadalajara, entre Somosierra y la Sierra de Ayllón se encuentra uno de los conjuntos más representativos de la arquitectura negra. Tan impresionante, que está en proceso de ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Este tipo de arquitectura utiliza la pizarra negra para las cubiertas y los muros de las casas, debido a la gran presencia de este material en la comarca.  Para protegerse de los largos y duros inviernos las casas tienen unos muros muy anchos y las habitaciones, a excepción de la cocina y la zona de chimenea, son pequeñas, al igual que las ventanas.

El entorno es precioso. El río Sorbe al este, el Jarama y el Jaramilla al oeste y, al norte, el Hayedo de Tejera Negra, una Zona de Protección Especial.

Existen muchas variantes de esta ruta. Las más conocidas son dos:

1. Campillejo, El Espinar, Campillo de Ranas y Majaelrayo.
2. Almiruete, Palancares, Valverde de los Arroyos, Umbralejo y Galve de Sorbe.

Yo la hice desde Madrid en un solo día, aprovechando hasta el último minuto. Intenté combinar las dos rutas y añadir algo más para poder ver cuanto más, mejor. Es cierto que se puede ver todo en un día, pero si tienes la oportunidad de hacer noche en una de las muchas casas rurales que hay por la zona, te lo recomendaría. Así podrías aprovechar para pararte a disfrutar del Hayedo de la Tejera Negra, yo lo tuve que dejar ya para otra ocasión.

Ruta de los Pueblos Negros desde Madrid

1. Tamajón (155 habitantes): este pueblo es la puerta de acceso a la arquitectura negra.  No presenta muchos ejemplos de ella, pero hay que detenerse para comprar algo típico en su tienda-bar de la entrada (luego te va a ser difícil encontrar tiendas), y pararte a ver tres enclaves importantes:

Iglesia de la Asunción: una bonita construcción románica, del siglo XIII, que se levanta imponente sobre un pequeño montículo a la salida del pueblo.

●  El Palacio de los Mendoza: de estilo plateresco, hoy alberga el Ayuntamiento.

 La Ciudad Encantada de Tamajón: a la salida del pueblo, siguiendo las señales hacia la Ermita de la Virgen de los Enebrales, llegarás a una zona muy bien señalizada en la que podrás ver curiosas formaciones rocosas.




2. Almiruete (24 habitantes): pueblo especialmente pintoresco. Fue uno de mis favoritos, con un encanto especial. Su iglesia románica, pequeñita, se encuentra al norte. La tradición cuenta que durante una peste que asoló la comarca, sus habitantes se encomendaron a la Virgen de los Enebrales y fueron en peregrinación a su ermita ofreciéndole comida. Así ocurrió y en conmemoración de este milagro se celebra desde entonces esta fiesta de la Colación en la que reparten queso con magdalenas y pan (cocidos por ellos en el viejo horno de leña vecinal del pueblo a la vieja usanza) a vecinos y visitantes. Apúntatelo para el 8 de mayo.



3. Palancares: una pequeña pedanía de Tamajón, situada a media altura de una ladera que desciende hasta el río Seco, rodeada de bellos paisajes con bosques de robles. Su iglesia parroquial contiene una pila bautismal románica. Pequeñito, pequeñito, pero con encanto. 


4. Campillejo: esta pequeña aldea, puramente construida en arquitectura negra, tiene varios restaurantes y casas rurales. Es muy turística. Lo que más destaca, además de pasearse por sus calles negras y bien cuidadas, es su bonita iglesia.




5. El Espinar (20 habitantes): pedanía de Campillo de Ranas. Cuando fui me sorprendió que estaba llena de gente con aspecto muy alternativo o hippy. También me llamó la atención en lavadero que está a la entrada del pueblo, junto al desvío.



Lavadero

6. Campillo de Ranas (186 habitantes): más famoso y más grande, ya fue nombrado en Los Episodios Nacionales de Galdós. Desde allí, el paisaje es más impresionante aún, ideal para los amantes de las aves. Su plaza y su iglesia bien merecen una parada. Eso sí, está lleno de turistas. Aquí también hay opción para quedarse en alguno de sus restaurantes. Pese a ser tan pequeño, hoy es como la capital del valle. Aunque se mantuvo aislado durante años por la falta de caminos y lo abrupto del terreno.


7. Robleluengo (28 habitantes): una bonita iglesia y una vista genial del valle y de sus pájaros.




8. Majaelrayo (54 habitantes): el pueblo que se hizo famoso gracias al abuelo Jesús, que en los noventa salía en el anuncio de Mitsubishi Montero. Recuerdo que ese año todo el mundo estaba imitando al abuelo y todos querían visitar este remoto pueblo (he de decir que esa misma Semana Santa yo también lo hice…). Majaelrayo mantiene su esencia. Pueblo negro, con varios restaurantes.  https://www.youtube.com/watch?v=ROuw4AeYTpQ




9. Valverde de los Arroyos (89 habitantes): es el pueblo negro más turístico de todos los que he visitado hasta ahora. Está lleno de restaurantes, tiendas, cafeterías, alojamientos, un museo etnológico… Aquí la arquitectura negra presenta también tintes dorados, debido a que sobre el armazón de madera la cubierta de pizarra se intercala con el uso de la cuarcita, que le aporta ramalazos de luz a su típica oscuridad. Si tenéis tiempo, cerca están las chorreras de Despeñalagua, una cascada con una caída de más de 80 metros de altura. Es de destacar también en los alrededores la Ribera del río Sorbe, con su zona de baño junto a un antiguo molino de piedra






10. Galve de Sorbe (113 habitantes): siguiendo la carretera, mi excursión terminó aquí. No es un pueblo negro pero merecía la pena pararse un poco a descansar viendo su castillo antes de volver a casa. Galve tiene un hostal, pero curiosamente no tiene tiendas. Pregunté a una señora de por allí y me dijo que no había tiendas porque salían muy caras de mantener… En Semana Santa realizan una pintoresca procesión hasta su cercana ermita. Los horquilleros se subastan en la iglesia (a ver quién da más por llevar al Santo) y todos los vecinos van detrás de la procesión, a oscuras y cantando. El camino tan sólo se ilumina con las velas y candiles que lleva cada uno. Fue una bonita experiencia en la que participé de pequeña cuando fui a ver el famoso pueblo de Mayaelrayo. 


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Itinerario: